El
irresistible atractivo sexual de Pepi "la guapa"...
“La
tensión entre los sexos es siempre el primero y el último dato del
dinamismo vital. Lo que es verdad de los animales lo es también del
hombre y de la mujer, pero en un grado de intensidad infinitamente
superior” Keyserling
Josefina
Pérez, española de nacimiento y Miss Madrid a sus tiernos
diecinueve años, estaba un poco nerviosa ante la proximidad del
examen final para convertirse en oficial de policía del estado de
Florida pues todos sus compañeros hispanos de la Academia de Broward
le dijeron que sus posibilidades eran prácticamente cero ya que no
tenía ninguno de los títulos requeridos por la jefatura de estudios
del Broward College para conseguirlo, a saber, un título
universitario relacionado con el Derecho o la Criminología, perfecto
conocimiento de la lengua inglesa, habilidades sociales para tratar
con la diversidad social que compone la Florida y el temple necesario
para el uso de la porra y de las armas de fuego; algo realmente
difícil al tratarse de una mujer excesivamente delicada y femenina
para un empleo de tantísimo peligro…
Es
decir, que era escandalosamente guapa, es cierto, pero parecía
idiota de nacimiento y tonta de remate… y lo más importante de
todo es que no era ciudadana de los Estados Unidos... Sin embargo,
ella se miró al espejo, se ajustó las tetas, se volvió un poquito
y -de reojo- se miró el trasero, después acercó de nuevo su bello
rostro al espejo, sacó un poquito la punta de la lengua y se dio
brillo con saliva en sus carnosos labios, rojo púrpura… y
comprendió enseguida que tenía todas las posibilidades del mundo
para conseguir la nacionalidad estadounidense y su sueño de ser una
temible agente de la ley.
Así
que se puso guapa y fue a entrevistarse con el jefe del Miami Police
Department porque le dijeron que una recomendación de las altas
jerarquías policiales y otras agencias locales, eran prácticamente
irrechazables si deseaba tener éxito, ya que se trataba de una
sugerencia por escrito con mucho peso profesional y político en
Capitol Hill… Así que pensó filosóficamente que tenía que
decirle a ese jefe, que haría cualquier cosa en esta vida para
conseguir su objetivo porque ella era huérfana, no tenía a nadie en
esta vida que la protegiera en un mundo tan violento con tantos
acosadores y violadores; y solo necesitaba el calor y la protección
de un hombre inteligente y culto que le enseñara todo lo que una
mujer tiene que saber, y el camino correcto para hacer realidad su
fervorosa ansia de proteger a la comunidad y no defraudar nunca a su
pigmalión en la tarea de servir a los ciudadanos.
-Quiero
que sepa, señor jefe, que me llaman Pepi "la guapa"
porque me tienen una envidia de muerte -aclaró Josefina Pérez-
y no reconocen ninguna otra de mis cualidades salvo mi indiscutible
atractivo. Me odian porque soy la más sexi de la promoción, es algo
demasiado evidente, mis compañeras no pueden verme porque tengo las
medidas perfectas para una mujer y todos los hombres me miran con
deseo libidinoso e incluso asqueroso, algo que no solo se nota en sus
miradas obscenas sino que más de uno me ha dicho guarrerías
sexuales cuando paso por su lado... He sido objeto de acoso sexual
mediante tocamientos invisibles..
-¿Tocamientos
invisibles? -preguntó sorprendido el capitán John Pigmalión.
-Sí...
tocamientos invisibles -contestó Pepi- porque constantemente me
acarician el culo y cuando me vuelvo para ver quién ha sido todos
disimulan y nunca identifico al agresor, entonces otro aprovecha y me
coge las tetas mientras tengo la cara vuelta. No tengo a nadie que me
proteja en este departamento, entre tanta gentuza ordinaria y
machista…
El
capitán a observaba con mucha atención, a la vez que admiraba su
extraordinaria belleza…
-No
sé si debo decirle, mi capitán, lo último que me ha pasado porque
me parece un poco fuerte, pero ayer se me cayó el bolígrafo en el
campus y cuando me incliné para cogerlo... me tocaron la vulva...
¿Entiende lo que quiero decir? Me cogieron el monte de Venus… Me
sentí muy ofendida de que se apropiaran de mi órgano sexual
reproductor femenino… Solo pido su ayuda y comprensión. Quiero
ser policía y se lo agradeceré eternamente.
Pepi medía
un metro noventa de altura y con sus sandalias de tacón de aguja
sobrepasaba los dos metros... Era rubia con melena vintage, de ojos
verdes y con unos labios rojos carnosos que invitaban a la
complacencia en los deleites sensuales, una preciosa boca que hacía
bella cualquier palabra que dijera, y eran bellos todos los vocablos
expresados en español por una hermosa mujer, en la flor de la vida,
que estaba para comérsela y que poseía las tetas más hermosas que
el capitán norteamericano había visto en toda su puta vida.
Desde
luego tenía un cuerpo perfecto y un grado de feminidad tan
exacerbado que se podía certificar con solo recorrer con la vista,
en un solo segundo, su exquisita anatomía, de arriba a abajo... No
le faltaba un detalle a aquella preciosidad de criatura. Las uñas de
sus manos estaban pintadas de rosa nacarado y las de los pies de rojo
brillante con puntitos de oro...
Conforme
le iba explicando sus padecimientos en la academia, adoptaba las
posturas explicativas para la ocasión, es decir, se agachaba para
coger el bolígrafo y -efectivamente- dejaba a la luz pública
mundial el precioso bultito de su vulva ligeramente tapada por unas
bragas negras transparentes que no podían ocultar nada de la
indiscutible belleza de su parte más íntima. Clítoris incluido...
Al
capitán John Pigmalión, de cincuenta años muy bien llevados, no le
cabía la menor duda de que Dios le mandaba esa criatura del Señor
como premio a su incansable e irreprochable trabajo al servicio de
los ciudadanos de Miami y al amor a su patria americana. Solo un Dios
patriota, un Dios genuinamente yankee, podía regalarle, en plena
fiesta del 4 de julio, ese sueño de mujer que ningún hombre en su
sano juicio puede rechazar. América se merece eso y más...
Noche
de amor junto a la computadora sexual del crimen...
Naturalmente,
siempre en su afán de ayudar y en nombre de la pedagogía policial,
el capitán John Pigmalión, arregló una cita con Pepi "la
guapa" en el último piso del Sonesta Coconut Grove Hotel, un
apartamento de lujo de 500 metros cuadrados habitables que, en
realidad, era una tapadera que ocultaba la computadora central de la
policía estatal de Florida, la más grande base de datos sobre el
crimen sexual... Allí todos los delitos sexuales estaban
registrados; desde una monja que asesinó a una madre soltera para
poder quedarse con su hijo, un hermoso y precioso afroamericano de
quince años, y hacerlo padre de sus cinco hijos, hasta un pervertido
del Partido Demócrata que mantenía relaciones sexuales con animales
de granja y que incluso había violado a una cocodrilo hembra...
Estamos
hablando de una vivienda de superlujo que solo era privilegio de uso
del jefe del Miami Police Department... una forma de pagar y
gratificar, en especie, al ángel guardián de la seguridad de todos
los ciudadanos de la península de Florida. En su idílica terraza,
tan grande como una cancha de basketball, el capitán invitó a esa
preciosidad de candidata a policía, a un mojito con el triple de
ron de lo habitual, zumo de lima y limón, hielo del polo Norte y una
exótica ramita de hierbabuena... Entonces, Pepi "la guapa"
se lo bebió de un trago y, con la copa aún en la mano, tiró de
John hacia la cama art déco en la que podían tumbarse bajo la luna
sexual de Miami que, por si la gente común no lo sabe, tiene forma
de vulva femenina con su vello púbico y todo...
Fue
así como el jefe máximo de la policía de Miami conoció el encanto
angelical de Pepi y la tremenda candidez y habilidad de esa
exquisitez de hembra para desnudarlo con la dulzura de una sola mano
mientras sostenía la copa de mojito con la otra. Después, aquella
joven española tan linda, deshizo un lazo coqueto que tenía en el
hombro y se quedó totalmente en pelotas ante su protector... cogió
la ramita de hierbabuena y, a modo de hisopo, esparció el agua
bendita del mojito por todo su depilado monte de Venus para
suplicarle al capitán:
-Calma el escozor de mi delicado
clítoris, cariño mío, y no olvides nunca que si cuidas de mí,
este papo será tuyo para siempre -dijo delicadamente Pepi- Es un
poema que compuse ayer.. No sé si te gusta la poesía...
John
Pigmalión no podía creer que aquello que estaba ocurriendo pudiera
ser verdad. La verdad era que todas las tonterías que decía esa
preciosidad eran bellos versos que salían de unos hermosos labios.
El jefe de policía abrió la boca y sacó su lengua como si fuese a
"comulgar" y cuando terminó su labor de dulcificar la
cavidad femenina de su amada dijo claramente "amén"… Lo
dijo con fervor cristiano como solo sabe hacerlo un creyente
americano, y la tumbó en la cama susurrando el "yo pecador me
confieso a Dios"… Lo que indicaba, claramente, que era un
buen hombre.
Hizo
el amor con la hermosa Pepi agradeciendo al Creador el contemplar
tanta belleza en Pepi “la guapa” mientras los pezones de sus
puntiagudos pechos bailaban sobre glándulas mamarias enloquecidas
ante las acometidas del más grande héroe de la policía de Miami.
Fue en ese momento, cuando la dulce y a la vez agitada marea del
orgasmo se acercaba poco a poco para romper en los acantilados del
amor, cuando recordó que estaba casado y tenía cinco hijos...
"Me
cago en la leche... esto es un pecado" -pensó el capitán-
también pensó que si un hombre era capaz de filosofar en el
transcurso del más bello trance amoroso, podía explicar su
comportamiento y rechazar de plano cualquier idea de remordimiento si
era el Dios del cielo quien le enviaba esa "Eva" para que
fuera feliz en el paraíso terrenal de Miami...
Reflexiones
filosóficas en torno a un maravilloso himeneo...
Tenía
claro, el capitán Pigmalión, que el hombre es muy distinto a la
mujer. Las mujeres no suelen meterse en berenjenales filosóficos
porque están más concentradas en su belleza personal y en sus
trapitos a la última moda... y mucho menos se van a preguntar de
dónde venimos o hacia dónde vamos mientras les llegan los delirios
por el clítoris… Una mujer es una mujer… y no puedes esperar de
ella que te hable sobre el origen del universo cuando tiene las
piernas abiertas para que entres en el cielo que te ofrece. ¡Estamos
hablando de las puertas del Cielo! Y no de toda esa mierda de la
filosofía...
Toda
la complejidad del fetiche femenino se concentraba en un prodigio de
la naturaleza para perpetuar la especie... Los malditos sociólogos,
ateos libidinosos, argumentan que el irresistible atractivo sexual
de la mujer es un mensaje genético para perpetuar la especie... sin
embargo, un buen creyente como John Pigmalión estaba seguro de que
Dios le estaba diciendo que hiciera el amor cuanto antes a esa
muchacha para multiplicar la especie, antes de que se la folle otro
listo de la diversidad migratoria…
Escuchaba,
dentro de su cabeza, las palabras del Todopoderoso, las palabras más
poéticas y sagradas al tratarse de un Dios sabio, omnipotente y
misericordioso. Es decir, según el mensaje divino, estaba obligado a
procrear media docena de bebés policías por el bien de la comunidad
y en cumplimiento de una orden divina... Pepi era el más perfecto
animalillo sexual femenino que había visto en su vida y estaba claro
que no iba a dejar pasar la gran oportunidad de su existencia, el
último tren hacia la felicidad que solo puede proporcionar a un
hombre maduro de cincuenta años, una gacela salvaje de apenas veinte
a la que se le había metido en la cabeza ser policía...
¿Estaba
pecando realmente o simplemente estaba recogiendo la hermosa fruta
que el Altísimo le ofrecía? Por otro lado, el de la disquisiciones
filosóficas, el hombre culto se ha pasado toda la evolución humana
preguntándose si existe realmente Dios o era un invento de los
malditos predicadores televisivos que curan paralíticos
tetrapléjicos en directo por imposición de manos... O los guarros
pastores evangelistas que le sacan el demonio que llevan en el útero
a las mujeres malas que engañan a sus maridos...
Al
capitán de la policía no le cabía la menor duda: Dios existe
porque es el creador de todo, absolutamente de todo, incluyendo la
vulva de las mujeres, por tanto, el promontorio púbico de la hembra
también existe y no es, en modo alguno, producto de la mente
calenturienta del ser humano masculino. Estaba claro de dónde
venimos… porque venimos de un papo, vamos hacia un papo; los
hombres nos pasamos la vida buscando papos y somos el producto
natural del ayuntamiento entre un papo y la materia masculina
fabricante de espermatozoides... "Papo necesita espermatozoides
y espermatozoides necesitan papo"...
Y
en ese momento en el que pensaba en los espermatozoides, explotó el
orgasmo y el cielo de Miami se llenó de fuegos artificiales que
competían con las estrellas y la luna, en fulgor y luminosidad, en
un inolvidable 4 de julio que se le quedaría para siempre en su
memoria sexual hiperbólica. “Dios Santo… qué día más
patriótico”...
"Me
has hecho tuya, cariño... ahora tienes que cuidarme y hacer de mí
la mejor policía del mundo"...
En
solo una semana, John Pigmalión, lo arregló todo para que Pepi "la
guapa" no solo aprobara el examen sino que saliera de la
academia con el grado de sargento de policía... Solo tendría que
estar la chica unos tres meses de prácticas en la Florida Highway
Patrol con jurisdicción para aplicar la ley sobre el Estado...
Mientras tanto, el capitán Pigmalión, movió sus contactos y le
proporcionó todo tipo de diplomas y acreditaciones que la
presentaban como la mejor policía de un patrullero, una mujer que
era, prácticamente, especialista en todo; cursos de criminología,
manejo de todo tipo de armas, tanto convencionales como atómicas,
experta en crimen organizado, diploma de la DEA sobre tráfico de
estupefacientes y un cursillo de astronauta por si había que
investigar algo en el espacio sideral...
El
jefe de la policía de Miami sabía y sentía que estaba haciendo
algo grande... Algo por la humanidad… Dios lo había puesto en el
camino de una buena obra… No solo se había comido la almeja más
bonita del planeta... sino que estaba en disposición de crear una
mujer policía que sorprendiera a la sociedad. Una hermosa policía
galáctica... una estrella de la ley y el orden. Almeja... qué
palabra más vulgar... Quizás estaba perdiendo los papeles debido a
la emoción sexual porque... ¿Qué hombre elegante y culto se
acercaría a una mujer para decirle que le quiere comer la almeja?...
¡Hola! ¿Qué le parece si le como el molusco bivalvo?, ¿Puede
alguien imaginarse a Barack Obama declarando en una rueda de prensa,
en la Casa Blanca, que le gustaría comerle la almeja a Beyoncé?...
Está claro que no...
John
Pigmalión se quedó pensativo ante el espejo del baño mientras se
afeitaba… No estaba delirando… No se estaba volviendo loco…
Estaba disfrutando de un milagro de Dios. Recordó que, en su
noche de amor con Pepi, su bella amante dejó claro que sería suya
para siempre si él le concedía todos los caprichos que a ella le
salieran del chocho…
Pero...
¿Acaso no disponen los hispanos de una gran variedad de vocablos en
el universo cervantino?... ¿Debía avergonzarse por haberle comido
la almeja? ¿O quizás debería llamarlo centollo?... porque chocho
es masculino... masculino pero en un cuerpo femenino. Evidentemente
centollo era mucho más poético y sonaba mejor en inglés y en
español porque definiría al chocho como un crustáceo marino
cubierto de pelos cuya carne es muy apreciada...
Y
contemplando su atormentada imagen en el espejo, repitió veinte
veces "chocho" porque estaba loco de amor...
Tiroteo
en Little Havana…
No
es que fuera guapa, simplemente Pepi era la mujer perfecta.
Naturalmente tenía en cuenta que si él se apellidaba Pigmalión...
todo se explicaba claramente: estaba moldeando a la mujer soñada
como el mejor escultor de Miami. No estaba pensando en la vulgaridad
de crear la concubina perfecta, pues para eso se hubiera comprado una
muñeca hinchable con la cara de Shakira y se acabaría el problema
sobre el deseo... En aquel momento no solo era un jefe de policía
sino un artista de la escultura enamorado de una estatua que él
mismo estaba moldeando. Estaba obligado a hacer algo importante por
su Pepi para demostrarle su amor. Hacer que ella se sintiera
orgullosa de su Pigmalión y eternamente agradecida hasta el punto de
convertirse en el único, legítimo y absoluto propietario de su
monte de Venus...
Era
una mañana realmente hermosa. Curiosamente, la luna y el sol se
podían ver en el cielo. Cuando eso ocurre en Miami, la gente se pone
a temblar porque es mal augurio. La gente vulgar no entiende que la
luna sexual de Miami es un símbolo inequívoco que trastorna a las
mujeres, sobre todo por la zona de Ocean Drive pero si además el sol
se ve al mismo tiempo, la cosa se complica y todas las mujeres de
Miami se ven afectadas en su ciclo menstrual, es decir, el satélite
sexual las vuelve locas; porque estamos percibiendo un centollo
femenino en su máxima expresión junto a un cuerpo celeste masculino
que es el "astro" sol... que como todo el mundo sabe, es
una estrella masculina. La gente común desconoce, incluso, que a los
hombre que envían al espacio se les llama astronautas y a las
mujeres centollonautas... y eso es por algo. No es baladí.
Esa
diabólica conjunción perturba casi siempre la paz social y explica
perfectamente el tiroteo en el que se vio envuelta la sargento Pepi
"la guapa"... Estaba más linda que nunca y su atractivo
erótico era tan grande que su voluptuosa anatomía rellenaba, hasta
el límite, los vulgares uniformes de la policía. Desde luego, con
cualquier cosa que se ponía, llamaba la atención pero hay que decir
que su culo y sus tetas impresionaban letalmente a los delincuentes,
mucho más si en vez de los zapatos reglamentarios, llevaba sus
sandalias de tacón de aguja...
Todo
iba perfecto en su trabajo de patrulla de carreteras pero ocurrió lo
que nunca podía haber esperado el jefe de policía de Miami... A la
sargento Pepi no se le ocurrió otra cosa que un seguimiento en
solitario e investigar a un coche sospechoso que se dirigía a Little
Havana y cuando el coche paró junto a una gasolinera, procedió a
identificarlo. Notificó por radio a la central y bajó del
patrullero con la mano puesta en la cartuchera del revólver...
El
jefe de policía, John Pigmalión, estaba a punto de salir de su nido
de amor donde estaba la computadora central del crimen y también
controlaba la frecuencia de radio metropolitana. Notablemente
preocupado por su amada, intervino las comunicaciones de forma
oficial indicando que se trataba de operaciones encubiertas y tomaba
el mando... La cámara de vídeo del patrullero y el registro de
sonido le permitían una visión global de toda la operación. De esa
forma, fue privilegiado espectador y el único testigo de los hechos.
El capitán estaba orgulloso de su amada cuando aquella preciosidad
de mujer policía ordenó a los ocupantes del coche que salieran con
las manos en alto, apuntando a todos con el revólver...
A
pesar del caos, el amor prevalece... o quizás habría que llamarlo
sexo...
Primero
salió del coche sospechoso, por su matrícula de la Venezuela
bolivariana, un chófer paquistaní con su turbante blanco, chilaba
marrón y una barba que daba miedo... Después salió por el portón
trasero del vehículo una mujer completamente embozada en su burka y
a la que no se le veían ni los ojos tras la rejilla de su velo. La
supuesta mujer (nadie podía saber lo que ocultaba el burka) empujaba
una silla de ruedas que transportaba a un individuo de unos treinta
años con pinta evidente de un hijoputa talibán talibán.
El
muchacho que despachaba la gasolina era un afroamericano con una
camiseta con la cara de Bin Laden estampada y en la que se podía
leer, claramente, en español "Que te den por el culo,
Obama"... Además, el muchacho negro se estaba fumando un
porro, cosa que estaba doblemente prohibida, primero por ser consumo
de estupefacientes y segundo por hacerlo en una gasolinera... O sea
que el negro se estaba pasando...
El
barrendero de la estación de servicio era un esquimal con cara de
mala leche que le estaba pegando escobazos a un perro que se había
cagado junto al surtidor... Eran cinco... y la sargento Pepi "la
guapa" les gritó a todos que levantaran las manos. Ante la
insistencia de que todos pusieran las manos en sus cabezas,
incluyendo al talibán de la silla de ruedas, la mujer del burka
aclaró que se trataba de su hijo que era tetrapléjico y tenía las
manos sujetas con correas a los bolsillos...
Pero
Pepi "la guapa" notó perfectamente un frenético temblique
en las manos del tetrapléjico y le preguntó a la madre:
-¿Y
cómo es que mueve las manos si su hijo es tetrapléjico?
Entonces
el muchacho negro que se estaba fumando el canuto de marijuana se
adelantó y dijo con sorna:
-Es un maldito guarro
mahometano que se está masturbando desde que usted se bajó del
coche, mi sargenta... porque está usted buenísima, todo hay que
decirlo... ¿No ve usted que se está haciendo una paja el asqueroso?
Para
colmo de desgracias, salió de la oficina de la gasolinera un sexto
individuo… Era el propietario del negocio, un negro jamaicano que
enarbolaba un bate de béisbol con el que pensaba -según decía a
gritos- darle en la cabeza al esquimal, hasta matarlo, por golpear
a su pobre perro… Pero en vez de dirigirse al esquimal, se fue
hacia la sargento Pepi para tratar de justificar que debía vengar a
su pobre mascota… Entonces el chófer paquistaní quiso
interponerse entre el dueño de la gasolinera y Pepi "la guapa"
para protegerla, y el dueño del negocio gritó:
-¡Maldito
moro de mierda! ¡Basura de Oriente Medio! ¡Terrorista del demonio!
¡Invasor de América!
Y
trató de matarlo con el bate, pero con tan mala suerte que el
paquistaní se agachó y le dio en plena cabeza a la mujer del burka
cayendo muerta en el acto. Efectivamente era una mujer fea y con
bigote… momento que aprovechó el chófer paquistaní para ir al
coche y coger un arma; metió la cabeza por la ventanilla estiró la
mano y sacó un fusil de asalto kalashnikov con el que apuntó al
propietario y le dijo sumamente cabreado:
-¡Mestizo
bastardo del capitalismo! ¡Sabandija del imperio americano!
¡Mariconazo de la gusanera! ¡Voy a matarte!
Entonces
llegó un coche a toda velocidad y lo atropelló con tal violencia,
antes de dar un frenazo, que el cuerpo del paquistaní salió
despedido hacia el cielo, dio tres vueltas mortales con tirabuzón y
fue a caer encima del tetrapléjico al que desnucó por completo y
ambos quedaron trágicamente muertos. Pero el kalashnikov del
paquistaní cayó en las manos del esquimal que era el
verdadero causante de todo lo que había pasado... Evidentemente se
trataba de un hijoputa del círculo polar ártico, comunista del
frío que no soportaba ser barrendero de un maldito negro...
Sin
embargo de ese coche que frenó violentamente, gracias a Dios, se
bajó el capitán John Pigmalión que irrumpió en la escena del
crimen como un héroe americano y le pegó seis tiros al esquimal,
un loco esquimal que solo pudo decir antes de su muerte: "me
cago en la puta... me ha dejado como un colador...¡Viva Rusia!"
La
tensión era evidente porque el capitán Pigmalión tomó enseguida
el revólver que empuñaba a su amada Pepi, revisando el tambor
completo de balas para apuntar al sexto sospechoso, al único que
quedaba con vida: el sinvergüenza negro que se estaba fumando un
porro de marijuana junto al surtidor de gasolina...
Quizás
por esa situación tan dramática, se bajó también del coche del
capitán, su acompañante el reverendo Amador Lovely, de la Santa
Iglesia Reverencial del Amor Divino, que rápidamente y con
delicadeza se abrazó a Pepi "la guapa", la empujó
cariñosamente, se apartaron de la violenta escena y se metieron en
el patrullero de la guapa e inocente policía femenina; incluso se
alejaron, estratégicamente, unos cien metros para evitar la más
que posible balacera...
El
jefe de policía de Miami le ordenó claramente al muchacho negro
que pusiera sus manos sobre la cabeza si no quería morir
acribillado... No se fiaba el capitán de un negro con tan cara dura
como para fumarse un porro delante de la autoridad femenina
competente… Si es capaz de hacer eso… es capaz de tener una
ametralladora en la bragueta…
-¡Suelta
el porro y levanta las manos, hijo de perra africana, bastarda y
pelandusca!
Entonces
el chico negro dejó escapar una sonrisa, soltó el porro de
marihuana y fue a caer en un charco de combustible… Un segundo
después, toda la gasolinera saltó por los
aires en una gran explosión que afectó a toda la manzana. El
capitán Pigmalión salió volando en dirección hacia el cielo, aún
con el revólver en la mano y pegando tiros...
El
reverendo Amador Lovely se abrazó a Pepi que estaba notablemente
conmocionada, aturdida, vencida y aterrorizada de ser agente de
policía femenina... y claro, se dejó querer... El pastor de la
Santa Iglesia Reverencial del Amor Divino le acarició las tetas para
darle un poco de calor humano porque era su deber, en aquel momento,
para con su oveja del rebaño y le prometió que cuidaría de ella
siempre, que la haría infinitamente feliz y que nunca le faltaría
de nada porque era un predicador millonario.
Reclinó
el asiento de su acompañante hasta su posición horizontal y le bajó
suavemente los pantalones reglamentarios y sus delicadas bragas de
lencería bostoniana y pudo comprobar que era cierto lo que el
difunto Pigmalión le dijo en confesión... El centollo de Pepi era
la cosa más bonita que había visto en su vida. Era sin duda una
obra del Señor, y le dio un besito con tanto fervor y cariño que se
le fue la lengua hacia el clítoris cuando no era verdaderamente su
intención... Es decir, fue sin querer...
Pepi
"la guapa" estaba extasiada tendida bocarriba, a la vez que
aturdida, por la inmensa columna de fuego y humo que salía de la
gasolinera. El capitán Pigmalión todavía estaba volando por el
aire...
Había
pasado mucho miedo, pero ya se estaba tranquilizando con las piernas
abiertas en el asiento del coche de policía. No le cabía la menor
duda de que el reverendo estaba capacitado para hacer feliz a su
nueva feligresa, y con el gusto tan grande que sentía en sus partes
ya no quería ser policía sino la reverenda esposa de un hombre de
Dios.
Naturalmente,
el reverendo Amador, no perdió un segundo en consumar, dentro del
patrullero, un santo matrimonio por los poderes divinos que su
ministerio le otorgaba.
Alfonso
M. Becker ©
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